Hoy, muchos de nosotros nos hemos levantado en una lluviosa y lóbrega mañana que nos recuerda la presencia del invierno y con ella, las campañas de vacunación para los más vulnerables.
¿Conocen el origen tanto del término como de la práctica? Todo empezó hace unos siglos y desencadenó una de las mayores gestas de la humanidad, una AVENTURA (así, en mayúsculas) que no necesita beber de la ficción para mostrar su grandeza. Leamos una pequeña introducción a la gran hazaña que podrá completar después en -cómo no- Aventuras de la Historia:
«Pese a que en diferentes regiones de Oriente era conocida la práctica de la inoculación preventiva, hubo que esperar a 1721 para que el método fuese acercado a Occidente por Lady Mary Wortley Montagu —mujer del embajador de Inglaterra en Constantinopla—, quien aprendió allí la práctica y la llevó hasta su país. El método ahora consistía en depositar costras variolosas en las fosas nasales de individuos sanos, práctica con la que inmunizó a parte de la nobleza británica.
Posteriormente, en 1768 llegaron a oídos de un médico de Berkely, de nombre Edward Jenner, rumores de que las lecheras que se contagiaban durante el ordeño de las vacas que padecían la variante bovina de la viruela (llamada viruela de vaca o vacuna) no llegaban a desarrollar la viruela humana, siendo aquella más leve que la esta. Después de casi tres décadas de observación, en 1796 Jenner logró demostrar que la inoculación del virus de las vacas en humanos los inmunizaba contra esta variante más agresiva 140. Así, los sujetos pasaban la enfermedad de una manera mucho más liviana y conseguían inmunizarse contra futuros contagios.
Dos años después Jenner publicó su trabajo An inquiry into the causes and effects of the variolæ vaccinæ: a disease discovered in some of the western counties of England, particularly Gloucestershire, and known by the name of the Cow-pox (1798). Este procedimiento fue rechazado en un principio, pero finalmente aceptado por una sociedad rendida a la evidencia.
La divulgación en Europa de ese hallazgo corrió a cargo de la obra Traité historique et pratique de la vaccine, qui contient le précis et les résultats des observations et des expériences sur la vaccine (1801), por Jacques-Louis Moreau de la Sarthe, cuya traducción al español vino de manos del médico militar Francisco Javier Balmis y Berenguer, quien enriqueció la obra con sus conocimientos y experiencia práctica. En su condición de médico militar, Balmis estuvo destinado once años en las Antillas y México, donde había actuado como clínico ante varias epidemias de viruela, entre otras enfermedades como la sífilis y la escrófula, estudiando tanto las patologías como el uso medicinal que poseían algunas plantas.
Podemos decir que es en 1800 cuando la Historia de la vacunación se inicia en España, con la vacuna contra la viruela, enfermedad que también aquí se cobraba muchas vidas y elevados costes sociosanitarios. «
(Valero, 2024)

140 – Para validar su hipótesis, le inoculó el virus a un niño de 8 años, quien quedó inmunizado contra él después de pasar una versión mucho más leve de la enfermedad. Recordemos cimentar la crítica en el conocimiento y el raciocinio, sin adoptar una perspectiva atemporal que arroje un juicio del pasado bajo los criterios del presente, algo que no solo denota un comportamiento pueril sino carente de pensamiento crítico (y, si me apuran, propio).