Los dragones cruzan el océano.

Buenos días, lectores. Esta semana nos embarcaremos en las páginas de Aventuras de la Historia, donde uno de sus capítulos nos lleva tras la estela de la diáspora noruega en los tiempos sombríos de la Edad Oscura. En él, exploramos el origen y desmitificamos algunos aspectos clave sobre los temidos —y tantas veces malinterpretados por la corrección política— vikingos:

«Sería justo empezar por la etimología de la palabra vikingo, cuyos orígenes más plausibles la emparentan con el nórdico antiguo vik, que podría significar ‘fiordo o bahía’, y que a su vez deriva del vocablo vikingr: ‘los venidos del mar’ (o del fiordo). También tenemos la expresión fara í viking, que significa ‘irse de expedición’.
Realmente este término se acuñó en el denominado periodo vikingo para designar a aquellos escandinavos que se embarcaban en expediciones de piratería y violentos saqueos, sobre todo entre los siglos VIII y XI. En este punto, cabe matizar que la palabra no define a toda una cultura, es decir, que aunque todos los vikingos hayan sido escandinavos, no todos los escandinavos fueron vikingos 36«.
(Valero, 2024)

36 – Entre los llamados vikingos podríamos encontrar algún finés, eslavo, germano, estonio e incluso algún lapón. Si bien es cierto que en ocasiones tenían la potestad de tomar esclavos, que a su vez podían comprar su libertad, no hay evidencia escrita ni arqueológica que respalde otros orígenes, pese a que sí hubo mezcla principalmente con irlandeses, eslavos y bretones, aparte de la región de Normandía, donde fueron asimilados por el pueblo franco (incluso algunos se establecieron en España y se mezclaron con su población y costumbres, dejando atrás las que traían de ir de vikingos por la vida).