El Terror.

Quizá conozca la serie The Terror, de las muy escasas producciones que pueden verse en las plataformas a las que un servidor renuncia por no encontrar atractivo en ellas y, también, para no dar dinero a quienes se lucran, bajo el barniz del entretenimiento, con nuestra idiotización. Prefiero navegar en otros mares, los de diarios de abordo olvidados, ensayos y bases de datos para ofrecerles una visión sólida y rigurosa sobre lo acontecido antes de la famosa expedición que hizo de Franklin el hombre más buscado de la historia, y reconstruir la hipótesis más verosímil —a la luz de la evidencia disponible—  sobre lo que pudo haber ocurrido después de que el Terror y el Erebus se desvanezcan entre hielo y silencio:

«Posteriormente, el explorador estadounidense Charles Francis Hall realizaría varios hallazgos que confirmaban estas versiones —silenciadas por los británicos—, reuniendo más objetos pertenecientes a los desaparecidos. Los testimonios de cadáveres errantes despertaron la curiosidad de futuras investigaciones, excavaciones y exhumaciones que se efectuaron durante décadas, para obtener una certeza mayor sobre los hechos.

Desde el mismo John Ross, ya retirado, hasta el condecorado James Ross (a bordo del «HMS Enterprise» y el «HMS Investigator»), pasando por las grandes empresas que vinieron después, se emprendió una búsqueda en la que, desde su inicio por el Almirantazgo británico en 1848, ha fallecido más gente que en la propia expedición. Todo esto está muy bien, pero ¿qué les pasó a esas pobres almas? Repasemos la evidencia disponible.

Por un lado, constan síntomas ostensibles de enfermedades como la neumonía y la tuberculosis, concomitantes con una desnutrición severa. Por otro, técnicas como la fluoroscopia, informes toxicológicos de las osamentas y tests de metales pesados realizados en los cadáveres indican un alta presencia de plomo, lo que provoca envenenamiento202. Esto representaría un factor que repercutiría y agravaría lo anterior, actuando tanto a nivel fisiológico como psicológico.

La confirmación oficial sobre los hallazgos de marcas hechas con arma blanca en extremidades de algunos tripulantes alimenta la teoría del canibalismo, no siendo…».

Aventuras de la Historia (Valero, 2024)

202 – El envenenamiento por plomo no ocurre de la noche a la mañana, como tampoco sus síntomas. Buscando en plataformas como MedLinePlus y MayoClinic, hallamos que la intoxicación por plomo provoca dolores múltiples, trastornos del sistema nervioso y pérdida de la consciencia, entre otros indicios. También causa el conocido como ribete de Burton, por el que se ennegrecen las encías, produciendo ese aspecto que, unido a las características anteriores, puede originar esa apariencia fantasmal que los inuit observaron en los supervivientes. Se ha formulado la hipótesis de que muchos de ellos percibieron los signos de envenenamiento (no en vano, contaban con un médico en cada buque), prefiriendo morir de hambre a seguir alimentándose de aquellas latas, que en algunos campamentos improvisados se encontraron apiladas, sin abrir, al lado de cuerpos exánimes, lo que abona dicha hipótesis. La imagen descrita por los inuit de «muertos vivientes» comportándose con visos de locura, también puede obedecer a un efecto de la hipotermia, por el que por cada grado que baja la temperatura corporal, el flujo sanguíneo cerebral desciende un 6 %.