Alimentación durante el embarazo

Hablar de un total calórico específico para cada individuo, más aún si hablamos de la gravidez, es solo uno de los pasos a dar a la hora de confeccionar un menú, pero ni el único ni el más importante. Dentro de este establecimiento numérico existen muchos e importantes matices a considerar, como, por ejemplo, que:

“El balance calórico total debe provenir de fuentes de alta densidad nutricional, no siendo el cómputo calórico el principal factor a tener en cuenta, sino un secundario o terciario, prevaleciendo por detrás de conseguir un adecuado aporte nutricional y descartar malas con­ductas y hábitos potencialmente tóxicos.

La síntesis de nuevos tejidos producida en el embarazo va a tener que ser apoyada con un ade­cuado aporte nutricional, para lo que vamos a prestar atención a los principales nutrientes necesarios para cubrir una serie de necesidades nutricionales concretas que afectan tanto a la mujer gestante como al desarrollo del feto.

Durante el embarazo, se inicia una ganancia de peso para acumular reservas que posibiliten la obtención energética necesaria. También podría aparecer una ligera pérdida de peso debido a las demandas del embrión, lo que, sin alarma alguna, podemos interpretarlo como una señal para consultar al médico. Es posible que ocurran algunas molestias como vómitos y náuseas, así como aversiones a algunos alimentos; esto último en parte es producido por las circunstancias anteriormente descritas y también por un aumento del olfato.

Al inicio de la gestación pueden suceder dos escenarios alter­nativos a la ausencia de alteraciones del apetito: un aumento en la demanda de alimentos, que suele ser característica de los dos pri­meros…”

(Valero, 2025)