Entre tormentas y mares ignotos, los vikingos descubrieron una tierra salvaje y fascinante. Naddod, desviado de su ruta, la llamó Snaeland (‘tierra nevada’), mientras que Gardar, “el Sueco”, la rodeó por completo antes de bautizarla Gardarsholm.
Pero fue el guerrero Floki Vilgerdarson quien, tras soportar un invierno implacable, le dio su nombre definitivo: Ísland (‘tierra de hielo’, más tarde bautizado en inglés como Iceland). Aquellos navegantes, sin mapas ni brújulas, se orientaban con la estrella Polar, la “lectura del mar” y otros pintorescos métodos que explicamos en Aventuras de la Historia.
La epopeya de colonización comenzó con Ingólfur Arnarson, considerado el primer poblador, después de vengar la muerte de su hermanastro. Así nació la leyenda de una isla donde hielo y fuego cuentan la historia de los valientes que se atrevieron a habitarla.
«No bien tuvo Ingolfur conocimiento del mismo, partió en busca de los asesinos de su hermanastro, a los que persiguió hasta dar con ellos y quitarles la vida, aunque se cree que no a todos los mató él, ya que algunos, presas del pánico que les infundía la ira de Ingolfur, se precipitaron por un acantilado. Considerando que a su hermano Hjörleifr lo habían asesinado por negarse a hacer sacrificios a los dioses, antes de pisar suelo islandés, Ingolfur arrojó por la borda los pilares del sitial que llevaba consigo, jurando que se establecería allí donde los encontrara varados.
Y eso hizo, tras tres años errantes —que los vikingos contaban por inviernos—, al hallarlos en un área de fumarolas y solfataras, donde se estableció. Llamó al lugar ‘bahía de humos’, por los que emanaban de fisuras abiertas en aquella tierra. Hoy ese lugar es la capital de Islandia, que conocemos por su nombre original: Reikiavik».
Aventuras de la Historia (Valero, 2024)

Imágenes: en ambas, como seguramente aprecien, un servidor a remojo. Precediendo a estas líneas, en la Laguna Azul, durante la primera visita que hice a Islandia para recorrerla, allá por 2017. La que puede observarse en la entrada de esta publicación, corresponde a la segunda y última vez que recorrí aquellos parajes, en 2022, mientras me daba un merecido chapuzón en la Sky Lagoon.